Cuatro personas de edades, géneros, creencias y realidades socioeconómicas muy diferentes, coinciden siempre en el mismo karaoke. Madrugada tras madrugada, las canciones y el alcohol se mezclan con los miedos y problemas que los llevan a refugiarse en un local donde construyen sus propios paraísos artificiales. En estas noches de fiesta hay música, pero también silencio; miradas cómplices y malintencionadas; luces de colores que iluminan el escenario y sombras tras la puerta del baño; copas rotas contra el suelo y brindis hasta el amanecer; cuerpos sudados, tristes y cansados que buscan cuerpos similares; tarjetas de crédito con el saldo agotado; maquillaje y perfumes baratos; lágrimas que mojan las flores de plástico con las que se decoran las mesas; frustraciones y temores; pero, sobre todo, anhelos.

CANCIÓNS AMARELAS, FLORES TRISTES integra al público en el propio escenario, distribuyéndolo en mesas y sillas, como si estuviese en la sala de karaoke donde se desarrolla esta historia. El espectáculo ofrece así una experiencia inmersiva y de proximidad, concebida tanto para teatros como para espacios de representación no convencionales.

Música, palabra y movimiento se combinan en esta propuesta multidisciplinar, a medio camino entre el drama y la comedia, para hablar de las diferentes problemáticas de la sociedad actual y de cómo afectan a nuestra salud mental y a nuestras relaciones interpersonales.